todo irá bien
Esteban y sus fúnebres
El presidente del Gobierno ha dado otra lección de habilidad política ante la incapacidad de la derechas
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Cuando Isabel Díaz Ayuso llegue a La Moncloa no prohibirá hablar en catalán en euskera o en gallego en el Congreso. De modo que no cabe escandalizarse por el baratísimo precio al que Pedro Sánchez ha dado el primer paso hacia su investidura con ... el apoyo indiscutible y sumiso de Puigdemont. Es de hecho una torpeza de la derecha no haber sabido convertir la riqueza lingüística de España en parte de su idea culta de la nación y de su estrategia integradora. Cuando la derecha no se esfuerza en sus deberes, la izquierda se aprovecha regalando derechos que parecen concesiones y no son más que la evidencia de lo que somos. Los padres sabemos que lo que no tenemos la generosidad de enseñar con paciencia y rigor a nuestros hijos, viene siempre un traficante a venderlo con cinismo y adulterado.
Que a Pedro Sánchez le haya salido tan obvio y tan rápido este pacto tiene que ver con su falta de escrúpulos y su manual de supervivencia pero también con una derecha con serias dificultades para entender lo que es España. El presidente del Gobierno ha dado otra lección de habilidad política ante la pasmosa incapacidad de la derecha no sólo para conseguir sus objetivos sino para hacer ver que de alguna manera podría conseguirlos.
Los votantes del Partido Popular se desesperan y canalizan su frustración contra Sánchez y evitan cualquier autocrítica, cuando tendrían que estar enfadados con sí mismos y admitir que se equivocaron de candidato. Fue un error compartido, al que yo no soy ajeno, porque si bien tuve la primera intuición, que era la buena, de escribir que Alberto era los restos de la cena que su esposa había guardado en un táper, tuve luego la rendición de creer que iba a ganar y por una mayoría holgada.
Todos metemos la pata. Lo importante es sacarla cuando nos damos cuenta. La idea de que Feijóo tiene derecho a volver a intentarlo, como si estuviéramos hablando de un joven amante en una noche de estreno, es antipolítica porque no se trata de los derechos de Feijoo, sino de la necesidad de los españoles de tener un gobierno inteligente, decente y capaz de entender el momento y saberlo administrar. El PP lleva demasiado tiempo siendo las vueltas que una carcundia de casposos y perdedores, con Esteban González Pons como símbolo de todas las derrotas, da alrededor de la estúpida idea de que Ayuso es demasiado madrileña, demasiado lista o demasiado chula para ganar España. No existe el concepto «demasiado bueno», ni «demasiado inteligente»: es algo que a la derecha española le cuesta entender y ya no digamos a nuestra Iglesia.
Feijóo –como yo– no tiene derecho a nada. Los hombres serios no tenemos derechos. Tenemos el deber de reflexionar sobre nuestro sentido y utilidad, de asumir nuestra responsabilidad y de no causar un estorbo. Sánchez será presidente y Puigdemont no sólo no le pondrá en aprietos sino que le pedirá autógrafos. O la derecha se refunda con la presidenta o se hunde con Esteban y sus fúnebres en su Waterloo particular.
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